Es un poco extraño ver en los medios durante la cobertura de festivales reseñas de películas que son reposiciones, obras restauradas o en definitiva obras que no pertenecen al panorama cinematográfico actual. Pero la ocasión lo merece. ¡Vaya luna de miel! es una de las películas más divertidas del certamen y está llena de peculiaridades. Se creía como una película de Jess Franco inacabada hasta que alguien encontró por casualidad una copia impoluta y terminada en la filmoteca de Madrid. Además es una obra que hasta la fecha solo se ha podido ver en dos ocasiones, una en Madrid a través de un evento para celebrar el hallazgo y otra en Sitges el pasado domingo dentro de la sección Seven Chances. Esta sección reúne cada año siete obras que o nunca se han podido ver en la gran pantalla o son extremadamente difíciles de ver en semejantes condiciones. Esta labor de mirada al pasado, de recuperación y de descubrimiento que ejerce el Festival de Sitges es muchas veces ignorada pero sumamente importante.
Es extraño tener que reseñar una película que seguramente nadie pueda ver hasta que quede aclarado el propietario de los derechos y difusión del film. Tal y como está el asunto parece que va para largo la posibilidad de volver a disfrutar de ella. ¡Vaya luna de miel! es una adaptación del cuento El escarabajo de Edgar Allan Poe pasada por el filtro hilarante de Jesús Franco. No es ni mucho menos una película que se aleje de su estilo o que pueda destacar entre la densa filmografía (más de 170 obras) del director malagueño.
Pero aparte de ser una fantástica y absurda comedia debe servir como reivindicación de un cineasta único a nivel nacional e internacional. El simple hecho de que la película hubiese permanecido olvidada durante casi cuarenta años en los fondos de la filmoteca indica claramente que ni siquiera hemos llegado a acariciar todo el inmenso mundo creativo que rodea a este director. Esperemos que este tipo de proyecciones no pasen desapercibidas y ayuden a impulsar las labores de investigación y recuperación a la que moralmente deberíamos vernos obligados para no dejar que se desmorone nuestra cultura histórica.