Una escritora ciega, su marido arquitecto, una madre soltera y un joven friki aficionado al sexo online protagonizan la película noruega Blind de la que cuanto menos se diga y se sepa mucho mejor.
Eskil Vogt, su director y guionista, plantea una película de vidas cruzadas en la que el desasosiego y el descoloque juegan un factor fundamental: los 40 primeros minutos desconciertan a la vez que fascinan, todo ello con un leve humor que hace que intuyamos que algo raro se nos está planteando pero sin descodificarlo del todo. Una vez resuelto el enigma (que no desvelaremos) se propone un muy interesante juego de espejos e identificaciones entre los personajes.
Fascinante reflexión sobre la naturaleza de la ficción y como ésta puede afectar a nuestras vidas, Blind funciona como excelente artefacto narrativo al que le falta algo de alma y vida. Más allá de sus trucos narrativos y su luminosa puesta en escena Vogt no consigue que amemos a los personajes más allá de sus defectos que sirven como motor de la historia. Las salidas y entradas de personajes y los continuos vaivenes tanto sonoros como de decorados nos mantendrán con los ojos abiertos como platos, más pendientes del artificio que del fondo.
De todos modos, Blind es una película tan fascinante como poco perdurable en la memoria. Al final no es más que un ingenioso torrente de fuegos artificiales en el que tan pronto como se apagan las luces solo queda oscuridad.
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