Festival de Sevilla 2018: «Ray & Liz» de Richard Billingham

Richard Billingham fue un día, como todos nosotros, un niño. Pero tuvo la mala suerte de nacer en un momento de la historia en el que el neoliberalismo más atroz campaba a sus anchas, mano férrea de Margaret Thatcher mediante, haciendo más ricos a los ricos y más pobres a los pobres. Ese niño se hizo mayor y comenzó a tener aptitudes para registrar, de forma gráfica, el entorno familiar que lo (mal)educó. Sin cariño, sin valores, sin nada que pudiera conformarle una futura personalidad ajena a traumas mentales y físicos. Ahora, Richard, además de haber editado libros en los que da buena cuenta de Ray, su alcohólico y pusilánime padre y Liz, adicta a los cigarrillos y tan mañosa con los puzles como inútil con la familia, es realizador de cine. Y la evolución de su trabajo gráfico era, como no, el salto al cine con Ray & Liz.

Ray & Liz

Ray & Liz es su debut y demuestra que tiene las cosas claras. Con un marco (cuadrado, a la antigua) fotográfico exquisito quiere rendir cuentas con su pasado, elige un largo flashback para situar a su familia, una vez que el padre, que ahora vive maltrecho y solo, trasiega botella tras botella de cerveza negra. En este flashback y en el tono cercano e íntimo, podemos encontrar trazas del cineasta, también británico, Terence Davies, pero como si éste nunca hubiese hallado en las canciones una vía de escape para los (pocos) momentos de felicidad familiar.

Billingham no quiere, en ningún momento, juzgar a las bravas a su familia. Como si asumiese que su condición venía influida por la miseria del capitalismo más atroz, revela los hechos con naturalidad y sin sensacionalismos baratos. Lo que podría haber sido una colección de miserias habituales en el cine europeo de autor se convierte en un prodigioso álbum de estampas costumbristas tratadas con el mejor y el más tierno de los pulsos. Quizás, por quedarse en lo tibio y no entrar en desbarres, Ray y Liz peque, para algunos, de ‘blanda’. Y si bien es cierto que, en algunos de sus pasajes, parece deslizarse peligrosamente hacia el melodrama, el director consigue siempre aupar su película hacia otros lugares, sin juicios de valor. Esperamos impacientes qué más nos tiene contar este primerizo autor cinematográfico que ya dispone de una mirada propia.

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