Una confesión de mitad de festival: como comentaba un compañero en Twitter, me repatea que, cuando aparece el logo de Netflix en alguna película, un grupo de críticos se ponga a abuchear y otro a aplaudir. ¿Qué creen que va a pasar por hacer el ridículo en un pase para cien personas? Sé que Cannes lo puso de moda, pero últimamente no es precisamente el modelo de festival a seguir. Respecto a los aplausos, tranquilos, muchachos: Reed Hastings no os espera a la salida para compraros ese proyecto que tenéis metido en un cajón desde hace años. Desahogo aparte, vamos a un día que ha sido una montaña rusa de emociones (más a ras de suelo que arriba, todo sea dicho) en el SSIFF (o Zinemaldi, o «Ay qué guapa que es Judi Dench que me la he encontrado en el paseo de La Concha», o como ser quiera llamar).
SECCION OFICIAL: Quién te cantará (****)
Tras el monumental éxito de Magical Girl, Carlos Vermut lo tenía difícil para volver a salir por la puerta grande en San Sebastián. Ha tardado cuatro años en terminar Quién te cantará, pero la espera ha valido totalmente la pena. En este nuevo trabajo ha abierto miras (es su película más convencional y la dirigida a un público más amplio, y no lo digo en tono despreciativo en absoluto) sin dejar, en ningún momento, su estilo de lado. Porque en Quién te cantará hay mucho Bergman, bastante Almodóvar y algo de Lynch, pero, sobre todo, hay un cien por cien de Vermut.
Durante los dos primeros actos, es imposible despegar los ojos de la pantalla al ver (y notar) el enraizamiento de la película, las dos caras de la misma moneda, el reflejo de las protagonistas, sus personalidades curtidas, su evolución lenta pero segura. El planteamiento inicial (una cantante que pierde la memoria y debe recobrarla para volver a cantar) cada vez se va haciendo más enfermizo y fusionándose más con los temas que realmente quiere tocar el film: la falta de amor maternofilial, el éxito en la sombra, el cariño tóxico… Quién te cantará es una absoluta maravilla en ese sentido. Toca todos los palos y acierta en todos y cada uno de ellos.
Sin embargo, este espectacular ritmo narrativo repleto de escenas impactantes y cocinadas a fuego lento se acelera de forma excesiva en su tercer acto dando respuesta a todos los enigmas de la película atropelladamente y no siempre de una forma satisfactoria. Sin embargo, son coherentes con respecto al mensaje que quiere dar, y no empañan en absoluto la valoración global. Por cierto, esta película no sería la misma sin, por un lado, una Najwa Nimri estupenda y, por encima de todos, una Eva Llorach que ha aprovechado su gran oportunidad con un papel que interpreta de forma perfecta. Raro será que Quién te cantará no aparezca varias veces entre los premios del Zinemaldi. Merecidamente.
Illang: The Wolf Brigade (**)
Es una pena que Kim Jee-Woon, el anárquico director de Dos hermanas, Encontré al diablo o El bueno, el feo y el raro haya realizado Illang: The Wolf Brigade. No porque sea un remake de una obra ya de por sí destacable (el estupendo anime Jin-Roh), sino porque, al tener más presupuesto y una distribuidora como Netflix detrás, ha caído en los vicios de los blockbusters sin querer dejar del todo el cine coreano. El resultado es una película de acción inconsistente con un argumento digno de adolescente desatado.
Jee-Woon ha querido contar tantas cosas en esta película que cae en la absurdez argumental de forma continua, que empieza con la unificación de las dos Coreas y termina con dos hombres con armadura disparándose en una pelea eterna. Lo ha intentado pero, salvo alguna trepidante escena de acción, la película no funciona más allá de lo que traía de serie, como el magnífico diseño del traje de los Jin-Roh, absolutamente icónico. Una pena: otro desastre para la sección oficial.
Angelo (* y ½)
¿Por qué hay directores empeñados en hacer películas divididas en capítulos, si no tienen claro lo que van a contar en cada uno de ellos? Si partes tu obra, lo lógico es que cada una de las divisiones sea una unidad diferenciada del resto en cuanto a tono, estilo y actitud, pero unida al resto de la película. En Angelo, la impresión que queda es que está dividida en capítulos porque a su director, Markus Schleinzer, le apetecía poner un número grande en la pantalla y dejar que sonara música de piano durante medio minuto.
Si lo que contara fuera interesante, este sería un mal menor, pero, lamentablemente, no lo es. La película sigue a Angelo, un joven negro del siglo XVIII que es adoptado por diferentes nobles y cuya evolución seguimos de niño a anciano. Con este argumento tan poco sobeteado, Angelo filma un par de escenas buenas en una marisma de absolutamente nada, sin inicio ni final definidos. De hecho, el tercer acto podría haber sido eliminado de la película en su totalidad y no habría ninguna pérdida ni en la trama ni en la evolución de los personajes. Una película incomprensible que ha causado la incertidumbre entre el público, preguntándose, una vez más, quién demonios ha elegido la sección oficial este año y por qué parece que ha sido hecha al azar.