Festival de San Sebastián 2019 (Otras secciones): «La inocencia», «Las buenas intenciones», «Lo que arde» y «Agur Etxebeste!»

No todo es Sección Oficial en el Festival de San Sebastián. Paseamos por la Sección Nuevos Directores con La inocencia y Las buenas intenciones; por Perlas con lo nuevo de Oliver Laxe, Lo que arde; y finalizamos en la Gala del Cine Vasco con la decepcionante Agur Etxebeste!.

NUEVOS DIRECTORES: La inocencia (Lucía Alemany) ***

La inocencia

La inocencia podría haber sido una película muy normal sobre una adolescente de pueblo que comete imprudencias y cuyos rasgos se subrayan una y otra vez durante el metraje. Y no voy a negar la mayor: en gran parte lo es. Pero está rodada con precisión, con planos que buscan –y logran, salvo interpretaciones catastróficas- la naturalidad y que no tantas veces dejan lugar al artificio. A veces se notan las cuerdas, pero tiene magia y verdad, al menos durante el primer tramo del relato, cuando se centra en contarnos el verano en el pueblo de Lis, las fiestas, los primeros (y siempre equivocados) amores, las amistades estivales… Los que hemos veraneado en pueblecitos podremos identificar inmediatamente lo que vemos con nuestra propia realidad.

Como digo, hay mano, magia y verdad en este inicio. Pero, ay, el guión decide dar un giro de efecto (¡Lis está embarazada! ¿Cómo afectará esto a su sueño de ir a una escuela circense?) y hacer que la película, desde entonces, vague sin rumbo, de personaje invariable en personaje invariable, que no aportan nada al film (la hippie cabal, la mala malísima, el novio cabrón). Tan solo los padres de Lis aportan algo de interés en este coro rural desafinadísimo. 

Cierto es que algunos de estos personajes, especialmente aquellos que solo se dan dos brochazos, forman un lienzo de la vida de Lis lo suficientemente interesante como para que no decaiga catastróficamente en ningún momento. Tristemente, tampoco llega a tener una catarsis y un clímax satisfactorios, no como feel-good movie sino como película completa, quedando como un cohete a medio gas que tenía una gran oportunidad de triunfar sin necesidad de grandes golpes de efecto y se queda a medio camino, en un costumbrismo pueblerino estereotipado visto desde la urbe (que en 2019 aún pretendan mostrar una homofobia tan latente entre la juventud parece más una caricatura o una película ambientada en 1990 que un cine actual) y que llega a resultar frustrantemente absurdo. 


NUEVOS DIRECTORES: Las buenas intenciones (Ana García Blaya) ***

Su propio nombre indica el propósito de la cinta dirigida por Ana García Blaya: es un buen intento y hay que reconocérselo. Pero, ay, intentar hacer algo muy bien no es lo mismo que conseguirlo y el film argentino se queda en una película tan agradable como olvidable. La directora utiliza la música como nexo, evolución y personalidad de un padre divorciado que no quiere ver a sus hijos marchándose a Panamá. 

La personalidad informal de este padre cafre junto con el impasible cariño de sus hijos, que le aceptan como es sin llegar en ningún momento a echarle nada en cara, hacen de esta película un dulce que hacia el final se vuelve amargo. Debería hacer indagado más en las motivaciones de los personajes para que el cierre de su arco fuera realmente emotivo, pero tampoco es mala la decisión de resumir la trama en cuatro o cinco frases muy bien escritas tras la que no es difícil notar que el lagrimal se nos empieza a inundar. Podría ser mejor, sí, pero es una oferta refrescante que marea con diferentes formatos en su intentona de sobresalir. Buenas intenciones.


PERLAS: Lo que arde (Oliver Laxe) ****

Lo que arde de Oliver Laxe

Cuando algunos dicen que no hay buen cine español, no tengo mucha idea de qué es lo que ven. Supongo que no son cosas como Lo que arde, una de las películas cromáticamente más bellas que he visto en mucho, muchísimo tiempo.

Es una pena que esta belleza venga dada de los atronadores incendios de Galicia, juntando en un mismo plano la objetiva belleza de la imagen con el terror que asola nuestra mente al pensar en lo que está ocurriendo realmente y que se ve acrecentada por los planos de bomberos en primer plano, tratando de extinguir el incendio y encontrándose entre la espada y la pared. Lo que arde, durante gran parte de su metraje, se desvela como la película definitiva de incendios, especialmente a nivel artístico. Es imposible que no te deje con la boca abierta.

El resto del metraje es inferior a todos los niveles, sin llegar nunca a la desazón y el aburrimiento, contando la historia de un pirómano que vuelve a casa tras realizar dos tercios de su condena. La película de Oliver Laxe habla del amor materno incondicional, del rechazo, de lo difícil que es hacer una vida nueva cuando nadie confía en ti y de superar el pasado. Son unas escenas bien rodadas y con un guión que deja entrever más de lo que muestra, pero en cuanto aparecen los incendios, la trama anterior se derrumba por su propio peso y deja paso a unos minutos de auténtico escándalo cinematográfico. Maravilla.


GALA CINE VASCO: Agur Etxebeste!  (Asier Altuna y Telmo Esnal) * ½ 

Agur Etexbeste

La primera vez que vine al Zinemaldi, como jurado joven, escogimos como mejor película de Nuevos Directores a Aupa Etxebeste!, una comedia muy divertida en la que un alcalde y su familia se veían obligados a pasar el verano encerrados en su piso y ocultándose de los vecinos. ¿Cómo no iba a estar deseando con gusto ver qué traía de vuelta en esta secuela tardía? La respuesta, mucho más triste de lo que esperaba: tras el telón de brillantez de su primera parte se escondía la nada, el desconcierto y el desorden más absoluto que solo provocan las malísimas ideas. 

Agur Etxebeste! es una película que trata de ser cinco o seis al mismo tiempo: por un lado, una sátira política que, en plena época de Vota Juan House of Cards, no funciona y se queda aguada por su poca mordacidad. Por otro, un intento de feminismo que se queda en el muy básico y erróneo “con las mujeres sí funcionan las cosas que antes no funcionaban”. También es una película de enredos, que es la que mejor funciona por su similitud con la precuela y que tan solo dura un tercer acto al que se echa en falta locura. ¡Pero no solo eso! Además es una comedia romántica, una película denuncia y un par de cosas más que se quedan en el tintero. 

Agur Etxebeste! ni sabe la película que quiere ser ni le importa: esta excusa para volver a ver a los personajes de hace casi quince años se podría haber solucionado mejor en un cortometraje que en este compendio de no saber contar una historia y que supone un retorno al cine vasco más simplón y poco interesante. Si Etxebeste vuelve, por favor, que sea con un retorno a las bases de la primera parte. Esto ha sido una tristeza y un despropósito.

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