PERLAS: Leto (*** y ½)
Leto respira rabia, ganas por cambiar las cosas, ambiente combativo y música por los cuatro costados. Es una película sobre los inicios del rock and roll en la URSS que parece hecha con las mismas ganas de transgredir de esa época. Y, como tal, no solo está encuadrada entre canciones estupendas, sino que, además, habla de un periodo histórico no tan sobado en el cine, haciendo que sirva como marco de una historia, en lugar de dejar que se la coma.
Toda esa rabia y anarquía que Leto derrocha en su primer acto (con falsos videoclips, escenas experimentales y un ritmo que no deja respiro) se va desvaneciendo hasta convertirse, en su tercer acto, en una película diferente, con ramalazos telenovelescos y que, quizá, debería haber terminado antes. No es que sea malo, en absoluto, pero la libertad de sus primeros minutos no vuelve a recuperarse nunca.
Pese a todo, merece la pena ver Leto, no solo por la historia y la música, sino también por un tremendo ejercicio de montaje y una puesta en escena que innova al mismo tiempoque utiliza el clasicismo para mostrar la represión de la época. Los personajes están muy desdibujados y la trama central nunca parece centrarse, pero no importa. Como un buen disco de rock, los temazos están desperdigados entre otras canciones de relleno. Y merece la pena escucharlo aunque solo sea por querer repetir esos temazos una y otra vez.
NUEVOS DIRECTORES: Viaje al cuarto de una madre (****)
Hay personas mucho menos sinceras que Viaje al cuarto de una madre. Y es que es una película que respira y supura verdad en cada fotograma. Una película que trata sobre dejar ir a alguien cuando más lo necesitas, y de necesitar marchar cuando más necesitas quedarte, pero también sobre echar de menos más de lo que crees, sobre rehacer tu vida, sobre el dolor, la soledad, el amor y el cariño de una madre y una hija.
Portentosas Anna Castillo y Lola Dueñas (ambas merecedoras de todos los premios del mundo), Viaje al cuarto de una madre se desarrolla prácticamente entre cuatro paredes en los que vemos una evolución sutil de dos personajes cuya brecha aún sigue sangrando y que solo tienen a la otra persona para curarla. Sin pretenderlo, esta pequeña obra independiente se ha convertido en una de las grandes triunfadoras de San Sebastián.
Tiene más mérito incluso por ser el primer trabajo de su directora, Celia Rico, que demuestra una vez más que la visión femenina en el cine no solo es necesaria, sino que es capaz de abordar temas como pocas veces antes se habían tratado. Viaje al cuarto de una madre remueve conciencias, abre corazones, deja los sentimientos expuestos a flor de piel y todo con una sencillez -solo aparente- apabullante. La cotidianeidad hecha arte. La rutina que cuenta más de lo que cientos de voces en off podrían contar. Maravillosa.
Jesús (***)
Se hace raro ver una película japonesa con tanta iconografía cristiana, pero Jesús juega a eso y a mucho más, logrando una película acertada pero cuyo giro se muestra excesivamente fortuito, casi como si estuviéramos viendo dos películas diferentes, que no vamos a describir por no arruinar la experiencia.
Jesús no es perfecta, pero tiene aciertos enormes: el Jesús en miniatura que se aparece a Yura, como representación del nacimiento de su fe, las secuencias de cotidianeidad o los agujeros en el papel de las ventanas son solo algunos de los momentos en los que se puede ver que había posibilidades de algo más. Lamentablemente, a partir de cierto momento clave, la película da tumbos y no tiene muy claro lo que quiere contar ni a dónde quiere llegar, más allá del de hacer algo de daño al espectador (cosa que no consigue, en parte por la frialdad con la que está rodada).
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