El oro del tiempo cubre la cuota de cine ensimismado y contemplativo que intenta darle caché a una selección oficial que en la mayor parte se mueve en terrenos más bien convencionales.
La morosa historia de un anciano médico que ha intentado criogenizar a su mujer fallecida hace décadas supone el punto de partida y desarrollo de O ouro do tempo. Veremos la escasa relación con su hijo y la curiosa convivencia con su cuidadora, ayudante y cocinera. Todo ello con una parsimonia narrativa en ciertos momentos exasperantes, pero coherente con las intenciones de lo que se nos está narrando.
El lejano recuerdo del mejor Victor Érice sobrevuela toda la película pero por desgracia no es más que una cuestión de buenas intenciones que de verdaderos resultados. La falta a O ouro do tempo halo poético y densidad en sus formas para que trascienda y consiga llevarnos a los lugares que pretende. En este sentido hubiese sido deseable una fotografía más trabajada para acentuar el pequeño drama de este anciano.
La presencia de una magnética Marta Larralde en un papel breve pero fundamental salva a O ouro do tempo de la más absoluta indiferencia. El resto de su reparto pasa con solvencia pero sin dejar grandes alardes que nos haga destacar la película más allá de su carácter artístico y poco convencional. O ouro do tempo demuestra que un cine poético es posible y deseable, pero que no es ni mucho menos tan fácil como parece.
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