Los insondables misterios de la coproducción nos presentan La deuda (Oliver’s Deal), película participada por Perú, Estados Unidos y, por supuesto, España. Protagonizada por Stephen Dorff y con la presencia de Alberto Amman y Carlos Bardém, la película de Barney Elliot pretende ser un thriller social, centrado en unos banqueros muy malísimos que quieren aprovecharse de unos pobres indígenas peruanos.
El maniqueismo de la propuesta es tal que con un poco de perspicacia, no demasiada, es fácil adivinar todos y cada unos de los giros del guión, así como la evolución del personaje de Stephen Dorff: de vil especulador a hombre concienciado de la maldad de sus actos. A pesar de todo, la acción se sigue con interés pero hay que ser muy condescendiente para apreciar mínimamente una película como La deuda (Oliver’s Deal).
El apartado actoral es lo más relevante, más por la calidad de los actores que por los personajes que interpretan. La corrección es la tónica dominante en el trabajo de Stephen Dorff, Alberto Amman, Carlos Bardém y David Strathairn, que tampoco tienen mucho material con el que trabajar. En un par de historias paralelas, que conectan al final al más puro estilo Babel pero mal digerido, la vertiente peruana de la historia tampoco goza del suficiente empuje para sacarnos del intermitente tedio.
La deuda (Oliver’s Deal) demuestra de forma demasiado inocente que las buenas intenciones de denunciar un hecho, el expolio de las tierras peruanas por parte de grandes corporaciones bancarias, no tiene por qué dar lugar a una buena película. En conclusión, lo insulso y desagradablemente previsible de todo lo narrado desvirtúa cualquier intento por concienciar al espectador.
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