Las extrañas leyes del audiovisual español obligan a las televisiones a invertir parte de sus beneficios en producciones cinematográficas. Debido a ello, las grandes generalistas invierten sus esfuerzos en películas puestas con los dos ojos en el público, cosa que en principio no tiene por qué ser considerado algo malo. Tenemos el ejemplo reciente de Ocho apellidos vascos, producción de Telecinco que está cubriendo con bastantes expectativas sus objetivos comerciales. Ahora, de la mano de Antena 3, Warner Bros y Globomedia llega Kamikaze de Alex Pina.
Un terrorista ruso, interpretado por Álex García, pretende hacer estallar una bomba en un avión. Debido a un temporal se cierra el aeropuerto y todos los pasajeros son trasladados unos días a un albergue mientras esperan que campe el temporal. El ruso aprenderá que lo que iba a hacer estaba muy mal gracias a un grupo de españoles muy salados y muy pesados.
Si la propuesta argumental de Kamikaze os parece demencial es porque aun no habéis asistido al cúmulo de despropósitos en los que se embarca durante los 90 minutos que dura. El ansia por cubrir eso tan feo llamado target demográfico hace que la película sea un monstruo de Frankenstein compuesto por piezas que parecen sacadas de la peor teleserie española: tenemos al viejito argentino diciendo cosas profundas, a la pareja joven de recién casados, un inicio de romance de mediana edad y un romance entre el guapo ruso y una guapa española. Todo tan artificial que da vergüenza ajena. A los personajes tan bien estudiados se le unen unas subtramas que van desde la comedia alocada al drama de maltrato, pasando por el thriller terrorista de factura norteamericana que sumen a Kamikaze en una esquizofrenia tonal de la que no sabe salir de ningún modo.
El encomiable esfuerzo de Álex García por encarnar al terrorista ruso es en verdad digno de mención. Pero es un trabajo al servicio de la más absurda y absoluta nada. Si Kamikaze fuese una película americana diríamos que es una fantasmada que no hay quien se crea. Pero mal vamos si pretendemos copiar lo peor del cine comercial estadounidense.
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