Dentro de la Sección Oficial del Festival de Málaga hemos visto ya dos películas que, de formas diferentes, proponían un acercamiento a la realidad adolescente. A cambio de nada, debut en la dirección del actor Daniel Guzmán, viene a completar el trío de obras que pretenden reflejar un cierto estado de ánimo de la juventud española.
Para su opera prima, Guzmán decide centrarse en las peripecias de un par de chicos de 15 años que viven ese momento esencial en la vida donde hay que empezar a tomar decisiones. La excelente labor de los jóvenes Miguel Herrán y Antonio Bachiller destaca sobremanera en una película que está más interesada en dar unas pinceladas que en contar una historia al uso. En ese sentido, A cambio de nada recuerda a otras películas como Barrio o Siete vírgenes, hecho que resta cierto impacto por su falta de originalidad.
Pero Guzmán compensa esta carencia con toneladas de verdad y humanidad a la hora de trazar psicológicamente a sus personajes, donde el mejor ejemplo se encuentra en el retrato de los padres de Darío, el protagonista: con unas pocas escenas Luis Tosar y María Miguel construyen una relación que, sin ser vista, resuena en toda la película como una de las razones de la rebeldía del deshubicado adolescente. La amistad y la búsqueda del cariño, ya sea en un patético propietario de un taller de motos o una viejecita entrañable, funcionan como válvula para despojar de dramatismo la historia y dotar a A cambio de nada de un humor entrañable. Además, Daniel Guzmán domina el tiempo con un guión con escasos tiempos muertos que pasa de una anécdota a otra sin perder nunca el ritmo ni el horizonte de lo que quiere contar.
Factores todos estos que hacen de A cambio de nada una película muy estimable a la que, como decía al inicio, se le puede reprochar una cierta sensación de haberla visto antes. Aun así, Guzmán se presenta como un director dotado de muy buen gusto y, sobre todo, inteligencia a la hora de tener claro lo que quiere contar y cómo hacerlo: un relato de iniciación y amistad hecho con mucho cariño del de verdad, no del impostado.
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