Estar sometidos al constante flujo de imágenes conlleva algunos peligros para el cineasta; el primero de ellos es que tu mundo interior fácilmente se puede convertir en dominio público. Incluso Carla Simón, el interior por excelencia, no ha podido evitar la pregunta de los referentes, pues ya todo ha de recordar a algo. Es por ello que tildar de bella una obra resulta tan cómodo, a fin de cuentas es la categoría más ampliada de todas. Hay instantes en los que A vanishing fog (Entre la niebla), con lo personal que es para su director Augusto Sandino, pudiera recordar al retrato paisajístico que Alejandro Landes capturó en Monos. Su interés en la soledad de quien habita los páramos también me remite a Samichay, y de ambas películas se podría establecer otros hilos a investigar. Cuan difícil llega a ser alzar la voz en la ciudad de los lugares comunes. Por suerte, la voz de Sandino y su protagonista, F., es fuerte.
Entre la niebla hizo una curiosa apuesta para su fotografía: una reflex humilde, para algunos amateur, procura captar la inmensidad de un paisaje húmedo. Los colores resaltan los detalles, el resto abraza lo asceta. El curioso Jardín del Paraíso se nos presenta bello y amenazante, tan exótico como peligroso, un lugar que cuida y devora a quien lo habita. El páramo está siendo invadido por fuerzas extranjeras, F. nos lo cuenta en sus cartas, y sin embargo la cámara parece en ocasiones querer cazarle a él. El paisaje circunvala el tópico de “ser un personaje más” para adquirir verdadera presencia, una belleza terrorífica y sublime. Como en Ons, sientes que el lugar que pisas es un ente vivo, que no sólo se siente por la vista, sino también por el oído.
Que el rostro es paisaje y el paisaje es rostro tiene sentido para Sandino. Hay desde luego una respuesta de F. hacia el espacio en el que habita (¿o es más bien al contrario?). El curioso coming of age que Entre la niebla nos presenta habita en el interior de la mente de un protagonista atormentado, un joven ganadero cuya soledad se explora desde el símbolo. El viaje que esta película nos ofrece carece de motores convencionales. La cadena de pensamientos, emociones, ahnelos y miedos – conscientes e inconscientes – nos llevan a explorar imágenes a descifrar. La cámara entra en la cabeza del protagonista, a veces haciéndole compañía, otrora acechándole tras los arbustos. Se mueve con el sentimiento, respondiendo a la arbitrariedad inconsciente de un sueño. Lejos del surrealismo lyncheano, Entre la niebla propone un auténtico viaje onírico, cuyo acontecer tiene su lógica no en estructuras narrativas sino en el devenir de las inquietudes, una auténtica pesadilla.
Tal es la complicada relación que F. mantiene con el espectador, enemigo, voyeur y amigo según se tercie. Sandino parece plantear una experiencia que trasciende la inmersión, resulta muy difícil mencionar a su autor cuando la relación con su protagonista es tan directa. F. se comunica con nosotros cuando está dispuesto a hablar, o se encierra en sí mismo cuando huye de nosotros. Queda así en la inquietud de su autor el haber logrado la conexión con el respetable, no porque su personaje no esté bien estudiado, sino por haber otorgado a la simbología de su psique una mayor relevancia que al sentimiento per se. Cuando la abstracción olvida la emocional se corre el peligro de que la comunicación se corte.
Aún así, el grueso llega sin problemas. Los deseos de F. quedan de sobra justificados, losmiedos al “invasor” que tanto menciona. El motivo del dinero aparece en ocasiones muy concretas, como las tres caídas de Cristo. El páramo, antaño colonia española, se convierte ahora en colonia del capital. La entrega de Sandino queda clara: Entre la niebla es ante todo una película política, una denuncia general sobre la despoblación y explotación de los espacios naturales colombianos de tan frágil equilibrio. Es cuanto menos brillante la inversión de Sandino, que recurre a los temas universales (la soledad, la madurez, el hastío, el deseo) para tratar temas tan concretos y políticos que a su vez quedan ocultos a simple vista.
El idioma inventado, remanente de antiguas lenguas extintas, se enfrenta al deseo y el dinero como lenguajes universales. Entre la niebla es de esas experiencias de marcada conciencia, una voz fuerte que supera las ingratas barreras de la comparación; una grata conversación con F que remarca nuestra vulnerabilidad.
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Gracias por escribir lo que escribió.