Antonio Prieto (Javier Rey) se retira a escribir su próxima novela en un casoplón que alquila a las afueras de un pequeño y aislado pueblo llamado Quintanar, donde pronto las supersticiones y rumores locales saldrán a la luz debido a una serie de extrañas ocurrencias que llevarán al protagonista a involucrarse personalmente.
Siguiendo las pautas y lugares comunes de películas como ¿Quién puede matar un niño? o el cine de Stanley Kubrick, así como los thrillers de Stephen King, La casa del caracol tiene un arranque bastante cautivador, creando una atmósfera turbia e inquietante, aprovechando al máximo los espacios como el pueblo, las montañas o la enorme mansión en la que se aloja el protagonista, pero a medida que avanza la trama, el guion peca de pretender sorprender demasiado al introducir todos los plot twists imaginables, rompiendo bastante con la suspensión de la credulidad del público, lo cual acaba lastrando el ritmo durante el tramo final.
Esta historia de terror rural, independientemente de las carencias de su guion, tiene al frente a Javier Rey y Paz Vega, quienes hacen un gran trabajo de inmersión en la historia, así como la encarnación de los clásicos prototipos del género. La dirección de Macarena Astorga, una profesora de instituto malagueña que da el salto al cine con esta ópera prima, se apoya en múltiples referentes cinematográficos y los hace suyos, demostrando por tanto una gran promesa a la hora de crear un estilo propio.
Rodada en los Montes de Málaga en una apuesta arriesgada tras el confinamiento, La casa del caracol se ha presentado por primera vez durante la primera mitad de la 24º edición del Festival de Málaga, y llega a las salas el 11 de junio.
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