Festival D’A Barcelona: Güeros, rebeldía con sentido

Una de las cosas más maravillosas del cine y que a menudo no tenemos demasiado en cuenta, son la gran cantidad de jóvenes talentos repartidos por el mundo que asombran tanto a crítica y público con grandes óperas prima. Güeros, se alzó en San Sebastían con el premio a mejor película latinoamericana y en Berlín con el premio a mejor ópera prima. Y es que en el film de Alonso Ruizpalacios se respira un inconformismo, una rebeldía ante las formas y unas ganas de hacer cine que ni los directores más consagrados consiguen transmitir.

Güeros es una road movie en blanco y negro, un drama oculto bajo grandes dosis de comedia. Son muchas las conexiones que se podrían establecer con Clerks, la ópera prima de Kevin Smith; en ambas se respira un estilo innovador y una misma idea: con pocos medios se puede realizar una gran película. Tomás, un joven problemático, es enviado por su madre a la Ciudad de México con su hermano Sombra, universitario que vive en pésimas condiciones junto a su amigo Santos. La llegada de Tomás transforma la vida de los estudiantes y, sin saber bien cómo, emprenden un viaje en busca de Epigmenio Cruz, el ídolo musical de Tomás. El viaje por los distintos suburbios de México estará llena de aventuras patéticas y grandes obstáculos que desviarán a tan singular grupo de héroes de su principal objetivo. México es una ciudad convulsa, que tiembla ante una gran huelga estudiantil y en la que existe mucha delincuencia. Aunque no sea su principal interés, Güeros también nos muestra cómo es la Ciudad de México y cómo se vive en ella.

Güeros

Ruizpalacios elabora un guion con un gran número de giros y tensiones, que no tiene miedo a desviarse de la historia y en entrar en escenas oníricas aparentemente superfluas, que constantemente está vivo y despierto y que sobre todo es ágil e inteligente. Pero Güeros destaca sobre todo por tener un estilo audiovisual muy bien construido y elaborado. Se intercala la cámara en mano en constante movimiento, las escenas de cámara estática, el montaje frenético, el predominio del claroscuro… La obra está llena de elementos aparentemente contradictorios entre ellos, pero que encajan a la perfección y que transmiten una sensación de revolución y una nueva forma de hacer cine. Hasta el formato de proyección en 4:3 es rebelde y huye del cine al que estamos acostumbrado. Aun así el montaje sonoro supera incluso al audiovisual. Normalmente el sonido acostumbra a pasar desapercibido en una película pero en Güeros es imposible no darse cuenta de la gran calidad de la atmosfera sonora construida: el juego con los silencios, los momentos estruendosos, los ambientes enigmáticos… resultan maravillosos.

Güeros

Parece que solo jóvenes talentosos con ganas de hacer cosas diferentes son capaces de realizar películas tana atrevidas como esta. Pero pese a ser atrevida, algo a lo que pueden aspirar muchos directores, es sobre todo muy efectiva. La obra entretiene y divierte por igual, y pese a un par de chistes metacinematográficos que a nivel personal no me convencieron, Güeros es probablemente la comedia más interesante de los últimos años.

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