Cuando se crea la Academia de Bellas Artes en el XVIII, se hace bajo el sustento de una línea puramente clasicista basada en el decoro, esto es, la adecuación de una forma a un contenido en concreto. Con el realismo francés, este concepto empieza a cuestionarse, mas no será hasta la llegada de la abstracción y la forma pura en pleno siglo XX cuando los artistas asimilen que la forma puede ser un fin en sí mismo. Let the corpses tan no tiene un guión que destaque por su complejidad; su premisa es la de un western: un grupo de forajidos asaltan una diligencia y se esconden en una aldea abandonada al amparo de una extravagante artista. Hélène Cattet y Bruno Forzani, del mismo modo que Nicolas Winding Refn, utilizan el guión como un lienzo en blanco para desarrollar su obra y dar rienda suelta a su imaginación visual.
En el caso de Let the corpses tan, dicha imaginación le viene en parte del spaghetti western de los 60 y 70. Se aprecia en la atroz violencia, en cada tenso detalle de los ojos, en la fotografía y el escenario, pero también hay claras referencias a Tarantino y la nouvelle vague en el uso , entre otras cosas, del montaje y el tiempo. La película alterna magistralmente entre el montaje paralelo y alternado gracias a los pequeños saltos temporales que nos ofrece una visión caleidoscópica, como a través de un prisma desde el que apreciar diversas perspectivas. La cinta se nos presenta así como un estudio donde el «tema» es una excusa para experimentar, del mismo modo que los pintores recurrían a la figura de San Sebastián para estudiar el desnudo masculino.
Es por eso que la obra de los franceses no cuenta con una faceta interpretativa notable a nivel global, no la necesita. Sus emociones vienen de una faceta más intelectual, del estudio del plano y la relación del personaje con el entorno. Let the corpses tan tiene más que ver con el cine ruso de vanguardia que con cualquier otra película de policías y ladrones. Sin embargo, el film tampoco se olvida de la simbología y la carga expresionista. En cierto modo, la cinta nos habla de la avaricia, la seducción, el tedio y lo prohibido, de una manera latente y sutil, a través de su guión – en última instancia, cada historia tiene un cierto valor didáctico -, y para enfatizarlo recurre a elementos simbólicos como el dorado (ya sea el del oro o el de la luz del sol que baña los cuerpos) o la mujer y la femme fatale, elementos de seducción a lo largo de la historia.
Let the corpses tan es una obra hipnótica a cada plano, con un magnífico derroche de carisma y con un toque fetichista y provocador que se refleja en el espectador. Para bien o para mal, el film de Cattet y Forzani no te dejará indiferente.
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