Estado impuro

Estado impuro, como abejas a la miel

El director argentino Arturo Prins nos ha preparado una velada muy especial con Estado impuro, una historia de amor nada convencional, muy libre y animal. Daniel, artista bohemio guarda un gran secreto que nunca compartió con sus mejores amigos. Ha convertido su casa de campo, lugar donde observa, estudia y cría abejas, en el sitio ideal para dar rienda suelta a sus más primitivos y sexuales instintos. Invita a parejas que él considera adecuadas y juega con ellas y junto a ellas eso que muchos llaman amor libre o poliamor. Todos son conocedores y consentidores apartando sentimientos como los celos o la posesión que hace que podamos sentirnos infelices. Lo que en un principio son diálogos encorsetados y sujetos a unas normas establecidas o una moral impuesta deben transformarse, después de una noche de pasión desenfrenada y lujuria incontrolable, en un libre albedrío sin ataduras o esposas.

Estado impuro

Cada una de las tres parejas invitadas por el anfitrión son muy diferentes entre sí y algunas arrastran problemillas solucionables. Esteban es un listo y trabajador abogado que le ha sido infiel a su esposa y espera que esta le perdone algún día. Natalia fue novia de Daniel en el pasado y utiliza a este para mortificar a su marido en venganza por el daño que este le hizo con su traición. Su camino hacía la casa está lleno de baches, una vida futura juntos que se tambalea. Por otro lado tenemos a Francis, un ingeniero recto y fiel que ama a su esposa Paula pero no la satisface sexualmente tal y como ella espera. Su camino es recto y por carretera, una ilusión o espejismo de matrimonio ideal que pronto asomará su real rostro. Por último, llegan a la función los jóvenes Alexandra, un terremoto femenino que juega con todos los hombres como una abeja reina con los zánganos en la colmena y Jacobo, un escritor de novela desconocido que le permite todo a su chica ¡por qué en el fondo y la superficie es como ella!

La mesa recibe a los comensales sin galas, sencillamente y apostando a caballo ganador. Alrededor de ella la conversación fluye con movimientos de cámara bruscos y primerísimos planos que denotan cierto nerviosismo y tensión acumulada que espera explotar aunque no lo parezca. Una imagen cercana al documental que intenta ligar la narración con la realidad más natural y cotidiana ¡son un grupo de amigos charlando de su vida y su día a día! Toda esta aparente tranquilidad va a estallar por los aires cuando los sentimientos fluyan, los deseos carnales afloren y el corazón someta a tortura a la contenida razón. Los estereotipos y roles de género en este espacio no existen, tampoco las normas y conductas aprendidas y recitadas de memoria. No hay educación que valga o normas establecidas y mucho menos experiencias o prejuicios cuando el roce hace el cariño y el cariño lleva al sexo. Los reacios participantes de esa preparada y organizada orgía comenzarán a cambiar sus actos y palabras en pareja, tríos y finalmente en grupo. Lágrimas de miedo a la pérdida que se convierten en ríos de felicidad, ira y violencia metalizada que es ahora una interminable sucesión de caricias y besos sinceros u odios e impotencias que ya no tienen freno y que solo ya amenazan con desaparecer a la luz de las velas. 

En Estado impuro, Arturo Prins nos compara con las abejas, trabajadoras incansables que siguen una ley natural y una organización que nos ahoga y no nos deja ser libres. Estas siete personas, en realidad zánganos y reinas, escapan del panal llamado Buenos Aires y pueden durante ese fin de semana despojarse de su mochila a rayas negras y amarillas y tocar con sus cuerpos desnudos aquello que todos anhelamos y algunos consiguen, la felicidad plena.

Estado impuro

Pese a que la situación puede darse en la realidad, personas cohibidas y deseosas de nuevas experiencias que se ven sorprendidas por su “yo” escondido me parece improbable que ciertas actitudes no se manejen de una forma más natural acercándose demasiado a una bonita ficción pero falso e irreal documental. No obstante la intención es encomiable y el tema es de rabiosa actualidad y modernidad ¡algunos ven como bichos raros a estas personas que son capaces de intercambiar a su pareja con otros desconocidos! Estado impuro nos los presenta como iguales o abejas que buscan flores distintas colaborando con la polinización y se empachan de azúcar con la miel fabricada en sus hogares. Puede ser tu mejor amigo o amiga, un familiar al que no conoces del todo, ese vecino tuyo que critica todo lo que haces y dices pero en el fondo piensa distinto a lo que demuestra o un Esteban, Natalia, Francis o Paula de la vida.

Estado impuro (Arturo Prins, 2020) ⭐️⭐️⭐️

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