Platoon fue el primer éxito como director de Oliver Stone a pesar de llevar ya una década en el negocio del cine. De hecho Stone se había labrado una provechosa carrera como guionista con los libretos de Scarface (El Precio del Poder) de Brian de Palma, Conan, El Bárbaro de John Millius o incluso ganando un Oscar por El Expreso de Medianoche de Alan Parker. Pero lo de Platoon era demasiado personal. Era una historia que tenía escrita desde mediados de los 70 y que llegó a enviarle al propio Jim Morrison para que lo protagonizase. Cuenta la leyenda que el guión de Platoon fue una de las pertenencias encontradas en la habitación de hotel parisina donde murió el cantante de The Doors.
En 1986 ya se habían realizado grandes películas sobre la guerra del Vietnam. Obras como Apocalyse Now de Francis Ford Coppola, El Regreso de Hal Ashby o El Cazador de Michael Cimino parecían haber dejado el listón demasiado alto en lo que concernía a tan traumático acontecimiento de la historia americana. Incluso ese mismo año coincidieron en las carteleras otras dos grandes películas ambientadas en el mismo conflicto: La Chaqueta Metálica de Stanley Kubrick y La Colina de la Hamburguesa de John Irvin.
¿Qué tenía Platoon para destacar sobre el resto? Para empezar fue la primera película sobre el Vietnam escrita y dirigida por un veterano de aquella guerra. De ahí viene la pasión y credibilidad con la que la película está contada. Stone nos estaba narrando su propia historia, se estaba desnudando y estaba exponiendo ante todo el mundo lo que había visto: no era la visión existencialista de Coppola, ni el distanciamiento de Kubrick, era una historia en primera persona, vivida y dolida. Y eso se ve en la pantalla.
Obviamente, darle el papel principal a Charlie Sheen, hijo del protagonista de Apocalypse Now, era un riesgo que, en este caso, salió bien. Aunque nos cueste creerlo hubo un tiempo en el que Sheen daba el pego como tipo inocentón y un poco pardillo, aunque después descubriésemos que por sus venas corría sangre de tigre. El gran acierto de Stone fue rodear al inexperto actor de dos bestias como Tom Berenger y Willem Dafoe. Y en una jugada maestra invertió los papeles: Berenger habituado a ser el galán interpretó al desfigurado y maligno Sargento Barnes y Dafoe, encasillado ya en roles de malo, sería el polo positivo de toda la historia.
Rodada íntegramente en Filipinas al igual que la cinta de Coppola, Platoon nos contaba el año que pasaba en un regimiento un joven universitario que decidía ir voluntario a la guerra de Vietnam. Allí se encontraba a todo un retrato social que nos mostraba que los que fueron a esa absurda contienda eran en su mayor parte parias y militares inexpertos, y así salió todo. Como suele ocurrir en toda película bélica Platoon incidía en ciertos temas habituales del genero: lo absurdo de la guerra, la pérdida de la propia identidad ante el conflicto y las diferentes formas de enfrentarse a él.
Oliver Stone se alzó con cuatro Oscars que incluían al de mejor película, director, montaje y sonido. Y comenzó una espídica carrera que repasaremos esta semana reseñando otras de sus cuatro películas y coincidiendo con el Premio Donostia que le ha sido concedido.
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Un buen post para una buena película, recuerdo que de pequeño me llamaba la atención la carátula cuando la veía en el videoclub pero como era para mayores nunca pude alquilarla eso sí me compraron el juego para Spectrum y me resultaba extraño que el nivel de vida del personaje venía indicado como nivel de moral. Cuando años después me compré (VHS) la película lo entendí todo. Seguiré con interés vuestro especial Oliver Stone. Saludos