En la sombra (In the fade) es una película que bien podría hacer mención a los telefilms alemanes de las tardes de Antena 3: una esposa y madre que afronta la pérdida de su familia clamando justicia sobre los responsables. El tópico, una lacra a vistas de cualquiera, rara vez resulta un estorbo en el estudio de literatura y el arte, pues por lo general es indicativo de una conciencia común, ya sea de época o universal. Partiendo de orígenes, el drama ateniense ya inventó muchos de las historias que recurrimos hoy día, y si no que le pregunten a Lanthimos. El correcto uso de un tópico implica un conocimiento y estudio del mismo que marque una diferencia notable con sus predecesores, y Fatih Akin es consciente de ello.
Fatih Akin es un director germano muy involucrado en cuestiones sociales. Su ascendencia turca determina en muchos aspectos su postura fílmica, patente en la elección del casting y en muchos de los temas que presenta, siempre con un punto de vista autocrítico. Sus obras tienen a menudo un carácter documental, con un uso de la cámara al hombro cercano al Cuarón de Hijos de los hombres en algunos casos, pero el alemán hace gala de una versatilidad impresionante, capaz de pivotar entre la comedia comercial (Soul kitchen) y el drama histórico (El Padre) sin perder en el camino su identidad. Con En la sombra, la temática social vuelve con una crítica menos autoreflexiva y más directa contra los nuevos atentados xenófobos que asolan Europa. Más que un análisis documental a través de la ficción como nos tenía acostumbrados, Fatih Akin realiza un discurso de protesta contra la violencia, sin olvidar asuntos que ya criticó en su día como la criminalidad y la reinserción.
Sin embargo, esto es sólo la punta del iceberg. La película centra su foco de atención en Katja (interpretada por una soberbia Diane Kruger) y su evolución emocional. Fatih Akin siempre le ha otorgado a sus personajes femeninos una fuerza de voluntad absoluta, pero con En la sombra, dicho poder se convierte en heroico. El argumento juega con las expectativas y esperanzas de su protagonista, sometida a todas las presiones externas que se suman a la muerte de su familia. El desarrollo de esta obra es bastante tradicional, ligada a cintas recientes como Animales nocturnos o Tres anuncios a las afueras, pero Akin consigue darle a cada escena un toque único. Claro ejemplo de ello es la secuencia del juicio, donde el personaje de Kruger se encuentra en medio de una batalla que la concierne pero no la deja participar, siendo embestida por todos los dardos emocionales que recorren la sala.
En la sombra carece de una originalidad en la imagen o en la trama que le permita destacar por encima de obras similares. Mirando en retrospectiva, los dramas de Fatih Akin siempre han gozado de algún elemento distintivo, como el humor de Contra la pared. En la sombra, en ese sentido, puede resultar una pieza menos atractiva, pero obviando ese hecho, el remolino de emociones que nos propone el alemán sigue siendo digno de verse.
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