Supongo que debe ser muy doloroso como cineasta darte cuenta demasiado tarde que tu película, sin ser mala, no acaba de funcionar. Sobre todo si vienes de hacer una maravilla como la anterior entrega de Los Muppets. Me imagino las preguntas acerca de ¿qué hemos hecho mal esta vez si en la anterior todo salió tan bien? en esa sala de montaje donde vas viendo que el tema no acaba de cuajar, que los gags no funcionan como esperabas y que esa diversión que tuviste durante el rodaje no traspasa la pantalla y se quedará en algo que decir en las entrevistas promocionales. En gran parte esto es lo que ocurre en El tour de los Muppets.
El tour de los Muppets empieza justo un segundo después donde terminaba la primera parte con una canción haciendo referencia a que las segundas partes no suelen ser tan buenas como las primeras. Esta autoconciencia obviamente hará mucha gracia a los padres modernos que aprovechan que tienen niños para ir a ver una película de los Teleñecos, pero no pasa de ser una gracia sin mayor trascendencia. El resto de la gira por ciudades europeas que emprenden los muñecos de trapo se sucederá de una forma rutinariamente episódica y con unos personajes humanos que se llevan la peor parte.
Si en la primera entrega Amy Adams y Jason Segel insuflaban a la película de una vitalidad contagiosa en El tour de los Muppets ni el de sobra conocido talento de Tina Fey, Ricky Gervais o Ty Burrel consiguen sacar a la película de una apatía muy triste. Ni sus personajes son lo suficientemente serios para funcionar de contrapunto a los desquiciados muñecos ni lo suficientemente desatados como para superarlos. Así, se quedan en un punto medio en el que la aparente desgana por estar compartiendo plano con una marioneta hace acto de presencia. Si a esto sumamos que cada uno de sus personajes protagoniza una historia diferente, que nunca llega a casar bien, casi que toda la película se viene abajo.
Así, sólo nos quedan los diferentes gags y números musicales protagonizados por los Muppets que son los que salvan la función del desastre total. Las diferentes actuaciones en los teatros de Berlín, Madrid, Dublín y Londres acaban sacando la diversión y las risas que esperas de El tour de los Muppets. A esto hay que añadir el incesante flujo de cameos de estrellas del cine y la música que provocan muchos de los más descacharrantes momentos.
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