¡Qué bonito es descubrir películas como este El precio de la fama que miran por el retrovisor al cine mudo con nostalgia idolatrando a personajes tan icónicos como el gran Charles Chaplin! Basándose en un hecho real acaecido en el cantón suizo de Vaud en los años 70 donde se enterró el cadáver del genial actor cómico, el director francés Xavier Beauvois dirige un film que roza por momentos una imperfecta belleza muda donde la mímica y los silencios superan a la voz. Una manera de hacer cine que tiene en el séptimo arte su razón de ser convirtiéndose la biografía de Charlot en una fuente de inspiración para el director.
Los dos protagonistas del film, un ladrón de poca monta recién salido de la cárcel y un humilde trabajador del ayuntamiento con un mísero sueldo y unas deudas que le asfixian, deciden en un alocado intento de prosperar económicamente en sus vidas secuestrar a un famoso actor. El problema es ¡que se trata de Charles Chaplin y este se encuentra muerto y enterrado!
El robo del ataúd con el cuerpo dentro es un despropósito desde el comienzo hasta el final por mucho que el plan parezca viable a todas luces para los dos amigos. No podemos más que sentir pena por estos dos infelices que no saben dónde se han metido y que por supuesto poseen experiencia cero en estas lides. El tratamiento que se le ha dado a todo el film con una cuidada fotografía y una música de piano a la manera antigua recuerda a la prehistoria del cinematógrafo así como el homenaje que se le hace a cortos y largometrajes del propio Charlot y a otros genios del cine silente.
La súbita aparición del circo en la ciudad hace referencia a uno de los títulos más famosos del cómico del bastón y bombín así como las escenas en las que el director ha silenciado el micrófono para que descubramos lo rico que es el lenguaje gestual y no verbal. Sin duda también las breves piezas cómicas protagonizadas por los dos payasos recuerdan a los míticos Laurel y Hardy o como los conocimos aquí el Gordo y el Flaco.
La humanidad que inunda todo el metraje de El precio de la fama ciega todo lo demás. Cada acto que se comete fuera de la justicia solo busca un bien para otra persona en este caso una hija separada de su madre y una esposa que necesita imperiosamente un dinero para poder operarse de la cadera. Beauvois aprovecha para atizarle un palo a la sanidad del país suizo. Son todos estos actos también el favor que un hombre debe a otro por haberle salvado la vida en el pasado. Todos justificados aunque estén al margen de la ley.
La sorpresa que me he llevado visionando este film es proporcional a la sensación que me llevé cuando salí de la sala naciendo en mi la necesidad de descubrir más detalles de un caso que conmocionó a la opinión pública. Me sorprende todavía a día de hoy que existan directores que no se dejen seducir por el cine americano cuando se habla de temas como el de secuestros de personas abogando por una técnica alejada de los efectos especiales y la acción desbocada. Sin duda un gran acierto y una apuesta arriesgada en los tiempos que corren pero como yo digo ¡quién no apuesta no gana! Alea iacta est.
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