Han cambiado al director, David Leitch por Tim Miller, han introducido a nuevos superhéroes en la nómina, incluidos algunos random con bigote que parecen vecinos de la serie de Los Simpson, han subido el presupuesto algunos ceritos pero hay cosas que nunca cambían y de eso me alegro. Hace dos años la Fox apostó por llevar al cine a uno de los personajes más bestias de la Marvel. El mercenario Wade Wilson, estrellita secundaria de cierto film de Lobezno, era dueño de su propia película con un Ryan Reynolds que ya antes había pinchado en hueso llevando un anillo mágico extraterrestre. Apostaron por un tono irreverente, cómico y que satirizaba el género de superhéroes que tanto estaba dando que hablar con la lucha entre los universos de DC y Marvel con millones de fanboys en el planeta ¡y les salió muy bien! Fue una sorpresa agradable y una novedad que todos agradecimos por eso esperábamos con impaciencia Deadpool 2, una segunda parte que siguiera sacándonos una sonrisa o un millón de miles más.
Deadpool 2 no defrauda y, tal y como reza su subtítulo, es más grande, más divertida y mejor. Es más grande porque los escenarios son mayores, una carcel de máxima seguridad para mutantes, un falso hogar para ellos donde la infamia se viste con uniforme blanco o traje de chaqueta, varios paises donde el contratado Deadpool asesina sin miramientos o casas donde los ciegos son los reyes del mambo. Además nos dejan ver por un agujerito parte de un futuro aterrador en el que los malos campan a sus anchas arrasando con todo, incluida una happy family hecha menu a la brasa ¡lo siento el humor de este film me ha abducido! Es más divertida porque las bromas, gags y frases malsonantes no paran de salir a borbotones ya sean de la boca del antihéroe o de otros invitados con mucha suerte. Cable, el nuevo Terminator buenazo y grandullón con brazo mecánico a lo Soldado de Invierno, les da la réplica intentando poner un poco de cordura al lio que se ha armado en la ciudad. Su seriedad y dramatismo sirve de contrapunto a tanto chascarrillo y mención especial a la cultura pop que nos invade. Es mejor porque las escenas de acción superan a la original en número y espectacularidad ¡el director fue especialista y coodirigió la bestial primera John Wick! y también porque el guion está más currado con un protagonista con motivaciones y misiones más profundas y una historia de amor que puede romper los límites de la muerte. El no tener que contar el origen de Deadpool ayuda porque así se puede ir más rápido al grano y comenzarse a rifar hostias o desmembrar cuerpos como si esto fuera una carniceria. Brazos amputados, cabezas cercenadas, hombres invisibles electrocutados, inútiles de cutre casting hechos picadillo, todo vale, todo es necesario con tal de rebasar la linea de lo políticamente correcto o visiblemente aceptable en este film familiar para mayores de dieciocho años.
La música es otro de los activos que acompañan a la perfección a muchas de las secuencias a cámara lenta o brutas peleas con CGI a tope que destrozan el mobiliario urbano o interiores futuristas que recuerdan cárceles del pasado con policias enfrentados que se convierten en accidentales compañeros de celda. No son campos de nabos con exceso de testosterona, la presencia femenina nos hace ganar a todos, X-Force incluida con cuotas efectivas que no dañan sino a los grandísimos malvados destroza paredes. No se invisibiliza absolutamente a ningún colectivo ni a ninguna raza, hay orientales en calzoncillos, adolescentes novietas de herionas rebeldes, indios que conducen taxis y escupen al peligro intentando abandonar el injusto y duro trabajo de becario, reclusos y casi amigos de raza negra con el que se atiza y critica a la política de Donald Trump o frikis herederos de la banda de Kick-Ass con trajes del Chino o que lanzan fuego por las manos y esconden bolígrafos en el trasero.
La familia no se elige, en Deadpool 2 llega sin avisar y tocando la puerta dos veces o cantando infantiles melodias Disney para frías navidades. Uno puede enfadarse con ellos, enrabietarse y querer destrozarlo todo, a veces desear estar muerto y no poder conseguirlo como el Bill Murray del día de la marmota, pero al final todo tiene un sentido, todo puede perdonarse con o sin canción balada de Chicago, con helado de chocolate o encierro en mansión secreta. La lección se ha aprendido a base de sangre, sudor y lágrimas envasadas al vacio, propiciando una unión que parece irrompible y que promete mucho juego limpio en el futuro de la franquicia.
Una cosa más ¡juro que no voy a destripar nada! Quedaros a los créditos finales de Deadpool 2 porque hay varias escenas que no tienen desperdicio, es más una de ellas es lo mejor del film con un cameo que dejará boquiabierto a más de uno. Un broche final perfecto para una sesión cómica de acción que pasa volando y que invita a verse acompañada de tus colegas preferidos de carne y hueso ¡no valen los funko pop que coleccionas en la estanteria de tu habitación!
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