Aunque Wernerg Herzog repita en varias ocasiones que él no es el protagonista de la película, Nomad: In the Footsteps of Bruce Chatwin es uno de los documentales más autobiográficos del director alemán. La pieza parte como un homenaje al explorador y escritor Bruce Chatwin, quién se convirtió en uno de los mejores amigos de Herzog hasta su prematuro fallecimiento. Ambos tenían tantas cosas en común que la exploración del legado y la obra de Chatwin a menudo se cruza con la propia vida de Herzog y con su vinculo con la naturaleza.
En un momento del documental, el propio director dice sobre Chatwin: “Bruce se centraba en los hechos, pero los modificaba, los modificaba de tal modo que se parecían más a la verdad que la misma realidad». En este momento parece que Herzog esté hablando de sí mismo y de su forma de trabajar a la vez que hace un repaso por su filmografía donde la realidad y la ficción a menudo se cruzan para precisamente resaltar la verdad que ambas esconden. Más tarde acabará admitiendo que Bruce hacía con la literatura lo que él hacía con el cine. Tanto es así que ambos tuvieron la oportunidad de trabajar juntos en el rodaje de Cobra Verde que adaptaba una novela de Chatwin.
Uno de los grandes méritos del la película y que últimamente se ha convertido en una constante en los últimos proyectos documentales de Herzog, es como su implicación directa en el relato no se guía por un análisis rígido sobre el objeto de estudio, sino que es capaz de desviarse hacia universos tan inesperados como sorprendentes. A partir de una obsesión que tenían en común por los aborígenes australianos, Herzog indaga hasta dar con unas tradiciones no solamente misteriosas sino que se escapan incluso de nuestro razonamiento humano.
A priori Nomad: In the Footsteps of Bruce Chatwin puede parecer un simple documental que retrata la vida de un hombre con un impacto relevante en la literatura universal. Pero Herzog lo acaba convirtiendo en un viaje de exploración donde es palpable a cada segundo una amistad que unió a dos de las personas seguramente más lúcidas del siglo XX. A sus 77 años de edad Herzog sigue manteniendo el espíritu aventurero que tanto él como Chatwin tenían cuando eran jóvenes. De alguna forma parece que Herzog lo siga manteniendo por los dos. Celebrémoslo y esperemos con ansia futuros proyectos de un Herzog que sigue manteniendo encendida la llama de su brillante carrera.