Por primera vez se han podido ver junto y en la gran pantalla The Souvenir, uno de los dípticos europeos más aclamados y apreciados de los últimos años. Además el D’A Film Festival ha dado la oportunidad de verlo prácticamente seguido, con solo 24 horas de descanso entre proyecciones; y es que, aunque la primera parte acabó estrenándose en el 2019 y la segunda en el 2021, es muy importante verlas juntas para entender completamente la experiencia y los objetivos de la directora Joanna Hogg.
Souvenir Parte 1 nos transporta a los años 80 para adentrarnos de lleno en la vida de Julie (Honor Swinton Byrne), una joven cineasta que intenta hacerse un hueco buscando una voz propia en el mundo del cine, compaginando a la vez su vida universitaria con la aparición del que seguramente sea el primer gran amor de su vida. La película, basada en las propias experiencias de la cineasta, transita entre las dudas y opresiones que generan en Julie la búsqueda de su propia mirada como directora y la asfixia de una relación con un hombre que, aunque tiene conductas especialmente tóxicas, supone su principal refugio y vía de escape. El principal problema de esta primera parte es la incómoda situación que padece el espectador al ser incapaz de identificarse o empatizar ni con la joven protagonista que en ocasiones se muestra como una niña rica mimada demasiado pasiva, ni con el yonki mitificado, tóxico y arrogante del que está enamorado. La película es una cadena de conversaciones y situaciones de una relación que no solo resulta incomprensible sino también puede dejar indiferente.
Al espectador que haya visto en 2019 la primera parte del díptico de Joanna Hogg y no la haya disfrutado, seguramente no se le pase por la cabeza ver la segunda parte. Sin embargo, merece mucho la pena darle una oportunidad para acabar de entender las intenciones de la directora. Souvenir Parte 2 empieza inmediatamente donde termina la anterior, la relación de Julie se ve drásticamente truncada y su vida da un vuelco de 180 grados. Es en esta parte en la que la relación con sus padres cobra mayor protagonismo (la actriz que interpreta a la madre es la mismísima Tilda Swinton, madre real de la actriz protagonista) y sirve de base para que Julie pueda mirar con retrospectiva todo lo que le ha ocurrido. Además Julie utilizará el propio cine (que había dejado abandonado) como principal medio terapéutico con el que analizar su pasado. De esta forma, la segunda parte sirve como relectura de la primera y aporta todos los matices necesarios y obviados en un principio para comprender y empatizar con Julie. Al final, como en la propia vida, las cosas ocurren y no tenemos porqué buscar una explicación en el momento, sino que el tiempo nos conducirá a reflexionar sobre ello y a encontrar o no una explicación de nuestros actos. Aunque la verdadera lección que nos transmite la película es qué no siempre podremos entenderlo todo, simplemente las cosas se almacenarán en nuestros recuerdos y ahí quedarán, como pequeños pedazos de lo que fuimos y lo que somos.
Hogg culmina con The Souvenir Parte II una obra que bien podría haber fracasado por su riesgo autobiográfico y personal. Pero lo cierto es que al final la sensación que queda es la de una obra sumamente sincera, con las cosas buenas y malas que la honestidad acarrea, pero a la que no se le puede reprochar su valentía.
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