La jauría es una de las óperas primas más prometedoras del panorama cinematográfico colombiano. Incluso consiguió captar la atención de la academia de cine española que la propuso como nominada a mejor película iberoamericana. El director, Andres Ramírez Pulido, realiza un ejercicio de dirección actoral impecable en una película que despliega un retrato generacional crudo y realista de unos jóvenes desvalidos que intentan sobrevivir en un entorno selvático tan opresivo como onírico.
La película sigue a Eliú, un adolescente que es detenido junto a su colega “El Mono” por haber asesinado a un hombre que confundió con su padre. Ambos son llevados a una finca en la selva donde junto a otros adolescentes presos son obligados a reformar tanto la parcela como su alma desvalida. En este entorno deberán lidiar entre la mano firme del agente Godoy que vela por la seguridad del lugar a punta de rifle y las terapias grupales que propone el líder responsable de la corrección de los menores. El trabajo extenuante que realizan los jóvenes a diario junto al carácter rebelde de “El Mono” sirven como dinamitador para que la frágil estructura rehabilitadora que se estaba construyendo en el lugar se acabe desmoronando por completo.
La jerga con la que los adolescentes se comunican, sus miradas y preocupaciones, acercan al espectador a una mirada tan natural que cautiva y embelesa sobre un tema ya trillado como es el del adolescente pandillero sudamericano. Unos adolescentes que viven inconscientemente influenciados bajo la subcultura narco colombiana soñando con su opulencia a la vez que rechazan violentamente las condiciones sociales en las que les ha tocado vivir. Es quizás este ascenso a la violencia el que, pese a estar siempre contenido, aparece de una forma un poco abrupta en la película y amenaza con desestabilizarla. Pero la consecución de varias secuencias fascinantes (como la que ocurre en la piscina con los jóvenes hablando sobre sus ambiciones o la escena nocturna en la que se describen a ellos mismos a través de un formulario) junto al rechazo de un final fatídico al que normalmente sucumben este tipo de producciones es lo que ensalza a La jauría.