Creative Control nos sitúa en Brooklyn, en un futuro cercano, donde la tecnología lo domina todo. David, parece tener una vida imperfecta y un dudoso porvenir. Trabaja para una agencia de publicidad como creativo y vive infelizmente con su novia que da clases de yoga, una soñadora que desea abandonar la ciudad y marcharse al campo. Sus mejores amigos son una pareja que mantiene una relación libre y sin ataduras y en donde la infidelidad está a la orden del día ¡Todo esto va a cambiar! La nueva campaña de lanzamiento de un producto, unas gafas de realidad virtual, a lo Google Glass, requiere de unas pruebas que trastocarán su idílica existencia haciendo que sus más íntimos deseos ocultos salgan a la superficie y se lleven por delante todo lo que pillen. La nueva e irreal Sophie se convierte en la habitación de un lujoso hotel en la amante perfecta que puede satisfacer todas sus fantasías, su querida Juliette se aleja de él y comienza a tontear con un compañero de profesión al que antes odiaba, sus socios no aguantan más sus fiestas y salidas nocturnas y menos aun sus alocadas ideas y salidas de tono influenciadas por la ingesta de todo tipo de drogas y alcohol. Las gafas mágicas están volviéndolo loco, haciéndole imaginar cosas que no son ciertas y llevándole por el camino de la amargura.
Benjamin Dickinson ha dirigido Creative Control, en blanco y negro, un film independiente que juega con las personas. Las lleva hasta el precipicio para después empujarlas sin miramientos, manipula sus sentidos y les obliga a cometer errores a mansalva experimentando estados de ánimo de lo más diverso a consecuencia de una realidad deformada. Excesos y noches de locura que se pagan con separaciones traumáticas, peleas con amistades y despidos procedentes. Ni siquiera el guru y cantante Reggie Watts puede ayudarlo con sus sabios consejos y sus paranoicos mensajes pasados por coca. La realidad sana y naturalista de Juliette y su política comunista basada en el conjunto y el grupo se contrapone con la filosofía capitalista de su novio, egocentrista y egoísta hasta límites insospechados. Su búsqueda de la felicidad a través del éxito y la competitividad en todos los ámbitos de la vida van a llevarle a un final que nunca esperó encontrar y a un nuevo mundo mucho más artificial que vivirá en soledad.
El humor está presente en casi todo el metraje de Creative Control quitándole hierro al asunto, escapando de un drama que se antoja inevitable y una tensión sexual solo resuelta en sueños e imaginaciones varias. Unos absurdos comentarios con tontas secretarias, dueños de gimnasios o modelos fotográficas tratan de aliviar un mareante y creciente malestar grupal que tiene sus momentos culminantes en la sala de reunión de Augmenta o en el rodaje de un anuncio con un descontrolado piloto de avión.
La música clásica, elegida por Drazen Bosnjak en versión electrónica o no, sirve para amansar a las fieras o serenar unos ánimos que a flor de piel piden guerra. En Creative Control no hay replicantes que envidien al ser humano, ni robots que hagan tu vida más sencilla pero si avatares u hologramas a los que se ama o extraños móviles en la palma de la mano con todo tipo de futuristas aplicaciones. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia o como el historial de navegación en internet de un ordenador que anda pero al que le cuesta traducir la realidad.
Creative Control, la segunda película de Dickinson, la primera es First Winter, ha tardado dos años en estrenarse en España. A la orgía de sexo, drogas y yoga ahora le ha sumado la tecnología ¿Qué será lo siguiente? No dudo que volverá a visitar Brooklyn en el presente, pasado o futuro jugando con las sensibilidades y sentimientos primitivos de sus personajes y que los despojará en uno o varios momentos de su humanidad llevándolos hacía lo locura. Este director hipster firma de esta manera y no parece que vaya a cambiar. Un cine vanguardista con un vocabulario y una estética descifrable a primera vista o a primer golpe de pantalla táctil.