Los ejecutivos cuarentones que dominan la industria cinematográfica están de enhorabuena, y con ellos los espectadores que coinciden en generación. Ha llegado el momento de reivindicar aquella época en la que fuimos jóvenes adolescentes y tuvimos nuestros primeros contactos con los hechos culturales que marcaron a generaciones. No cabe duda que uno de los momentos claves de la cultura de fin del siglo XX fue la irrupción de Nirvana y el auge de su carismático líder, Kurt Cobain. Independientemente de lo que a muchos les pueda parecer el trío de Aberdeen (los del no es para tanto siempre están acechando) no reconocer su influencia y el impacto mediático que causaron a principio de los 90 sería caer en un grave error.
El documental Cobain: Montage of Heck propone un acercamiento a la persona de Kurt Cobain desde su niñez hasta su trágico final. El director Brett Morgen ha contado no solo con la complicidad de personajes clave como la viuda Courtney Love, el bajista Krist Novoselic (Dave Grohl andaba ocupado con Sonic Highways y no pudo participar en las entrevistas) y los padres de Cobain, sino que la propia hija del cantante, Frances Bean Cobain ha facilitado el acceso a multitud de grabaciones videográficas, y, en última instancia, ha bendecido la labor de Morgen.
El principal objetivo que propone Cobain: Montage of Heck es lanzar una mirada exenta de romanticismo y mitificación hacia la figura de Cobain: aquí el artista no es tratado como alguien especial sino como una persona con una sensibilidad más desarrollada que el resto, lo que le causaba graves problemas a la hora de exponer su arte al público. Además se hace referencia a que el cantante sufrió cuando pequeño episodios de hiperactividad y de mayor fuerte dolores de estómago que le hacían huraño pero a la vez tremendamente creativo.
Consciente de que a la hora de hacer este recorrido biográfico habría lagunas en cuanto a material, Brett Morgen suple estos momentos con piezas en la línea de Valtz con Bashir y con otras animaciones basadas en los cuadernos donde Cobain garabateaba poemas e ilustraciones. Estas piezas complementan el cúmulo de imágenes de archivos así como las entrevistas de las personas cercanas a Cobain. Estos efectos personales nos hacen ver ciertos aspectos que tal vez no habían sido muy destacados del cantante como una gran preocupación por el trato social eminentemente machista sufrido por las mujeres y una obsesión por Reagan que incluso le llevaron a plantear The Reaganites como el primer nombre de la banda.
Cobain: Montage of Heck consigue que conozcamos al ser humano que se encontraba detrás del involuntario portavoz de una generación. Morgen logra así que veamos la imagen de una persona frágil, hipersensible y que, ni mucho menos, estaba preparada para ser un icono universal. ¿Pero quién lo está?
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