Hace dos años a la 1 de la madrugada subía al escenario del auditorio Meliá de Sitges un director estadounidense a presentar un film que pese pasar desapercibido en la sección oficial contaba con Kurt Russel como actor protagonista. En su discurso S. Craig Zahler cargó contra la industria cinematográfica americana y todas las dificultades que tuvo para llevar hacia delante su proyecto. Sin embargo, aun estando programada a una hora nada favorable, causo un gran impacto en esa edición del festival y S. Craig Zahler pudo alzarse con el premio a mejor director, habiéndose merecido probablemente también el de mejor película. Afortunadamente parece que S. Craig Zahler ha dejado de lado sus problemas con la industria y ha conseguido volver a Sitges con un nuevo film, esta vez con Vince Vaughn de protagonista: Brawl in Cell Block 99.
El resultado, muy parecido al obtenido hace dos años, le coloca hasta el momento entre las mejores películas de la sección oficial. Zahler vuelve a repetir e incorporar el mismo tono que hacía de Bone Tomahawk una película en la que el género estaba totalmente controlado a la vez que incorporaba una violencia cruda y gratuita. En este caso Brawl in Cell Block 99 no es un western sino un thriller carcelario que nos narra la historia de Bradley, un exboxeador que pierde el empleo y pasa a dedicarse a traficar drogas como camello. Bradley es una persona que tiene absolutamente todo bajo control y que mide cada una de sus acciones a consciencia. Sin embargo eso no evita que por culpa de un error ajeno a él y que soluciona por su cuenta acabe en prisión. Detrás de sí deja a su mujer embarazada y enemigos, altos cargos del narcotráfico, deseando venganza. En el momento en que la vida de su mujer y futuro hijo corre peligro, Bradley hará todo lo que esté en sus manos para ponerla a salvo.
Al igual que Bone Tomahawk, Brawl in Cell Block 99 gira en torno a una espiral de violencia que se va exacerbando sobre sus propios límites a medida que avanza el metraje. El resultado es un festival de sangre, extremidades rotas y cráneos aplastados. Sin contar con un transfondo histórico o mejor contextualizado como el de Bone Tomahawk sí que se nota cierta madurez narrativa a la hora de desarrollar el conflicto. Bradley va avanzando de forma ingeniosa por diferentes escenarios cuyo peligro y respuesta violenta va aumentando. Además cuenta con un adversario de primera categoría interpretado por Udo Kier. Bradley pasa de destrozar un coche con sus propias manos a aplastar cuerpos humanos sin apenas pestañear. Y sin embargo, en vez de escandalizarnos ante las horribles imágenes que genera consigue que interioricemos esta violencia de forma humorística y nos divirtamos como niños.
La corta carrera cinematográfica de S. Craig Zahler ya le sitúa como uno de los directores con un futuro más prometedor en Hollywood. Sobre todo gracias a su especial control del género y manejo de un tono que hace que sus films destaquen sobre otros. Estaremos atentos a sus próximos proyectos que ya incluyen a Mel Gibson de por medio así como la cálida recepción que obtendrá siempre en el festival de Sitges donde ya le adoran.