Por alguna incomprensible razón Bob Esponja no ha calado aun demasiado en los círculos de intelectuales cinéfilos que se cuidan de recordarnos de vez en cuando cual es el camino a seguir en la vida. El anterior largometraje del personaje creado por Stephen Hillenburg y estrenado en 2005 pasó por las pantallas españolas sin pena ni gloria, siendo despachada como una mera película para niños sin más trascendencia. Yo mismo reconozco no haberme sentido atraído por el personaje hasta que tuve la excusa de verlo a través de los ojos de mi hija gracias a la incesante repetición de capítulos en Clan Tve. Una vez familiarizado con la serie el paso a ver la película era inevitable, pero lo último que esperaba encontrar era la maravilla que es Bob Esponja, la película. Si no la habéis visto ya estáis tardando en presenciar una obra maestra del humor absurdo, negro en muchos momentos, y que habla tanto a pequeños como mayores en un recital de libre surrealismo que haría las delicias Andre Breton (pobre hombre, si levantase la cabeza y viese las tonterías que decimos en su nombre).
Diez años y más de doscientos capítulos después, Bob vuelve en Bob Esponja, un héroe fuera del agua acompañado del humano Antonio Banderas y con el objetivo de salir fuera del agua e incorporarse al mundo real. De todos modos, antes de salir fuera del agua Bob y sus amigos Patricio, Calamardo, Cangrejo y Arenita tendrán que enfrentarse al maquiavélico plan de Plankton que mezcla viajes en el tiempo, realidades alternativas, vidas posibles y sofisticados juegos narrativos que harían morir de envidia al Shyamalan de la magistral La joven del agua. Todo esta compleja hora inicial nos lleva a un futuro apocalíptico donde la fórmula de las kangreburgers ha desaparecido y Fondo de Bikini se sumerge en un caos claramente heredero de Mad Max y su estética entre punk y sadomaso. Por no olvidar la genialidad de llegar a introducirse en la dulce mente de Bob Esponja y descubrir sus misterios.
El paso de la animación 2D tradicional a un 3D hiperrealista siempre es complicado. Ahí tenemos el reciente ejemplo de Stand by Me Doraemon cuyo tránsito a la tridimensionalidad se antojaba agradable pero artísticamente gratuito. En el caso de Bob Esponja, un héroe fuera del agua la historia nos lleva con naturalidad al hecho de que Bob y sus amigos acaben enfrentándose al villano de la función en el mundo real, un Antonio Banderas convertido en un excepcional dibujo animado humano. Además nuestros queridos personajes convertidos en superhéroes protagonizan una escena final que compite en espectacularidad y tensión con el ataque a nueva York de Los Vengadores.
La diversión y sentido de la comedia absurda propuesta por Bob Esponja, un héroe fuera del agua es imposible de aprehender de una sola vez y estoy convencido que muchos de sus one-liners pasarán a formar parte de mi día a día en cuanto se complete el décimo visionado. Del mismo modo, su acabado visual, repleto de texturas, experimentación y homenajes que van de la mencionada Mad Max a 2001: Una odisea del espacio pasando por Dr. Who, eleva a Bob Esponja, un héroe fuera del agua como una de las más fascinantes producciones del año.
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