La filmografía de Peter Cattaneo no es demasiado extensa ni demasiado lograda, cuenta con alguna que otra serie británica que no ha llegado a nada y un puñado de feel good movies para toda la familia. Pero claro, recordamos que su segunda película fue el ya clásico del cine inglés llamado Full Monty y no podemos evitar crearnos cierta expectativa respecto a ¡Que suene la música!.
Como bien indica su título original (Military Wives), algo así como esposas de militares, la película trata de las mujeres de los militares y su visión tradicional y femenina de la guerra. Es decir, la mujer que se queda en casa esperando y cuidando a los niños mientras espera a que su marido vuelva a casa a salvo. En este caso, las esposas montan un coro para paliar el sufrimiento y conseguir formar lazos con otras esposas. Partimos, por lo tanto, de una premisa que puede entenderse paralela a Full Monty (gente diferente juntándose para crear un proyecto en común) pero sin el factor social de hablar de las clases bajas y con un tono cómico mucho menos arriesgado.
No estaría más apuntar que el dúo Thomas/Horgan funciona estupendamente. El truco de las personalidades contrapuestas recreando una especie de La extraña pareja suele ser una fórmula que funciona. En este caso, se podría decir que la tensión cómica llega a resolverse en gags que funcionan y que hacen del drama bélico un poco más llevadero. De todas formas, cabe decir que Kristin Scott Thomas consigue eclipsar un poco a Sharon Horgan, tanto en su presencia como en una actuación arrolladora y llena de matices.
Realmente hay una cierta sensación de blanqueo de las fuerzas armadas británicas, incluso podríamos decir de cierta propaganda militar y, en nuestra opinión, el gran dilema de la película es esta cuestión. Esforzarse por darnos una visión femenina de un dilema bélico (lo cual es un acierto), pero sin condenar ni la guerra ni los dispositivos que hacen que estas mujeres se encuentren en la posición de perder a sus seres queridos. Es decir, pretende ser feminista pero sin dejar de lado el conservadurismo y se queda en un intento extraño y, sobre todo, forzado de intentar quedar bien con todo el mundo.
Peter Cattaneo acaba haciendo lo que mejor sabe hacer, tragicomedias simpáticas donde salimos del cine con media sonrisa y con cierto bienestar. Estamos bastante seguros de que ¡Qué suene la música! no pasará a la historia, ni tan siquiera a las listas de lo mejor del año, pero al menos es una película sin pretensiones que consigue exáctamente lo que busca, hacer al espectador pasar un buen rato.