La caída del muro de Berlín en noviembre de 1989 fue el símbolo visible del final de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Hasta ese momento el muro dividía la capital alemana en dos: el Berlín este (bajo la administración soviética) y el oeste (bajo la administración americana, inglesa y francesa). El acercamiento que ha hecho David Leitch a estos momentos finales de la división de Berlín le sirve únicamente como marco en el que encuadrar la película. Que nadie se espere una reproducción cuidada de lo que ocurría en Alemania a finales de los 80 en Atómica, para eso es mejor volver a ver Good Bye, Lenin! o La vida de los otros, por ejemplo.
Atómica comienza con la espía Lorraine Broughton (Charlize Theron) siendo interrogada por su jefe Eric Gray (Toby Jones) y un agente americano (John Goodman) mientras todo está siendo observado a través del cristal por el jefazo llamado simplemente “C” (James Faulkner). Allí una magullada Lorraine tendrá que relatar el caso muy por extenso, explicando lo ocurrido en la fallida misión. Así, la acción narrativa se situará en dos planos: el interrogatorio y lo que ocurrió en Berlín.
La misión de Lorraine comienza cuando un agente del MI6 aparece muerto en Berlín cuando este intentaba sacar del país una lista con todos los agentes encubiertos de la zona. Allí la agente será ayudada por David Percival (James McAvoy), otro agente encubierto que lleva ya demasiado tiempo en la zona. Juntos intentarán reconstruir qué ha pasado y conseguir la lista a golpe de disparo huyendo del resto de agentes que también la quieren.
Atómica tiene algunos diálogos divertidos aquí y allá y un tercio final muy animado, pero más allá de eso la película adolece de ritmo (los parones del interrogatorio en lugar de ayudar entorpecen la acción) y, sobre todo, la historia que cuenta no interesa en ningún momento al espectador. Por decir algo positivo, la cinta tiene una cuidada fotografía y una excelente banda sonora con canciones de Queen, George Michael, New Order, Depeche Mode, Echo & The Bunnymen y por supuesto no podía faltar el ’99 Luftballons’, epicentro musical de la película.
Después de codirigir John Wick y rescatar del olvido a Keanu Reeves, David Leitch no ha logrado enderezar una película que contaba con un elenco actoral notable y suficientes recursos para abrir una nueva (y femenina) franquicia comercial. Esperemos que con la secuela de Deadpool logre hacerlo algo mejor.
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