Alacrán enamorado es la segunda película de ficción de Santiago A. Zannou, que escribe a medias con Carlos Bardem basado en un libro de este último.
Estamos ante un planteamiento algo inverosímil en el cine por su escaso uso (nótese lo que quiero decir), y mucho menos disfrute, ya que el siempre tan manido tema del chico que vive en un ambiente familiar difícil y ve una salida en unirse a los skins-heads, para reventar cabezas de infieles y así asegurar la economía española, pero que encuentra la redención en el deporte y el amor, se antoja un tanto difícil de creer, más cuando todo va aderezado con poemas alemanes.
Indudablemente, es una apuesta arriesgada del cine español para tratar este tema, ya que se me antoja difícil enmarcar este tipo de historias tan americanizadas, casos de American History X o El Creyente, en un entorno de bocadillos de calamares y aficionados del Atleti.
Pero todo lo arriesgado se queda ahí, ya que Alacrán enamorado peca de lo que tantas y tantas veces se queja el aficionado al cine de aquí, la vocalización de sus actores. No entiendo si en esa escuela a la que todos acuden, tienen contratado al mismo logopeda, o que el sonido ambiente ya es válido por sí y no se molestan en mejorarlo, sea como fuera, este pequeño detalle te echa demasiadas veces fuera de la película y sólo te hace plantearte una pregunta, ¿por qué no Alacrán Subtitulado?
No voy a decir que la película en sí sea mala ya que no lo es, o que Javier Bardem hace un favor enorme en su papel de político afín a lados radicales, o que Carlos Bardem no le quede bien el papel de Maestro Obi Wan Kenobi, o que Miguel Ángel Silvestre está empeñado en parecerse al Robert de Niro de las grandes transformaciones físicas, no. Su visionado se convierte en una apuesta distinta y satisfactoria para el espectador, aunque no tenga los típicos núcleos narrativos de planteamiento, nudo y desenlace, ya que estos, parecen ser, que no han sido establecidos en la elaboración del guión.
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