Roman Coppola, no hace falta que aclare su procedencia o me ponga a explicar e linaje de ese apellido, hace, posiblemente la mejor película encubierta sobre la vida de Charlie Sheen.
Lo malo es que Charlie Sheen sigue vivo, y esto podría transformarse en una película de culto, de momento pasará por 90 minutos de aburrimiento y de un querer molar y no llegar a nada. Es extraño que alguien que ha dirigido su segunda película en once años y que anteriormente ha sabido relacionarse con cineastas de talento, como Wes Anderson, haya realizado el despropósito que es A glimpse inside the mind of Charlie Swan III.
Deja un mal sabor de boca, tienes la sensación continua de que un niño pijo adinerado se le ha antojado hacer una películita con actores conocidos, vecinos todos y que quedan los domingos a comer en un brunch; el único mérito de A glimpse inside the mind of Charlie Swan III es traer de nuevo a Bill Murray al cine conjugando, una vez más, el papel de persona pasada, del típico tío de tu familia que en la boda de una prima segunda, se pasa con el alcohol.
Y aunque parezca que llegados a este punto, estoy divagando, es que no se puede decir nada más de este despropósito, lleno de números musicales y de situaciones imaginarias que llenan la vida real de sus protagonistas, un recurso narrativo, que si bien la primera vez te sorprende, comienza a ser aburrido y reiterativo por su empeño de querer superarse en cada una de las visiones de Charlie Sheen.
Al final, comprendes que lo que has visto es la versión pija intelectual de Roman Coppola sobre 8 ½ de Fellini, o no. Tampoco me interesa.
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