3 corazones, amando a dos a la vez

Esta semana nos visita el francés Benoit Jacquot con un film original que construye un thriller con tintes dramáticos que gira alrededor de un triángulo amoroso. Un ciclón de sentimientos que arrasa con todo lo que se le ponga por delante.

Marc, un funcionario de Hacienda, conoce a Sylvie una extraña noche en la que ha perdido el último tren. Apenas sin conocerse entablan una conversación, a veces sin palabras que desemboca en un amour fou es decir un amor loco totalmente destructivo, sucio apasionante, necesario y mortal. Influenciado por otros films como pueda ser Antes del amanecer el director decide que sus dos protagonistas queden para verse en París pasados unos días a una hora determinada. El destino y un débil corazón hacen que uno de ellos no pueda acudir a la cita acabando con esa relación en ese mismo momento.

Poco tiempo después él conoce en su trabajo a Sophie, una angustiada mujer acuciada por las deudas, a la que ayuda estableciéndose un noviazgo entre ambos que desemboca en una boda civil con sorpresa, una invitada especial que es en realidad su hermana, el amor no satisfecho de Marc convirtiéndose Sophie en el obstáculo que separa a los dos amantes. Será entonces cuando este amor sucio y feo salga a la superficie humillando y hundiéndolo todo.

En realidad Benoit Poelvoorde, el malvado Dios de El nuevo nuevo testamento, se debate entre dos mujeres que le aportan cosas totalmente diferentes. Con Sylvie es él mismo, sin caretas, sin disfraces, el enfermo Marc se muestra tal y como es dejándose llevar por su pasión y amando sin esperar un futuro. Vive el día y no piensa en el mañana. El corazón gana a la cabeza, lo visceral derrota a lo racional. Chiara Mastroianni, la Sophie de nuestra historia es otra cosa. Ella es la estabilidad, la vida familiar con un hijo que los quiere y que los une, un amor bueno y racional que busca que envejezcan juntos.

Por desgracia, esta doble vida que lleva Marc tendrá unos daños colaterales sufridos tanto por la madre de las dos hermanas, una tranquila y madura Catherine Deneuve como por las ya ex parejas de las mujeres y un hijo pequeño que está abocado a perder a su padre o al menos a distanciarse dadas las circunstancias. Ninguno de los personajes es malo, sin embargo algunas de sus acciones sí que pueden ser dañinas para otros inocentes como es el caso del alcalde corrupto que ha tergiversado sus cuentas para pagar menos al Fisco, un mini cuento que intenta mostrarnos la cara más legal y sincera de un padre que siente auténtica veneración por su hijo y que desea dejar a las próximas generaciones un legado de rectitud y trabajo duro siempre con una base de intachable moralidad.

Echo de menos un diálogo más fluido y más profundo que aporte una mayor información pues los silencios que articulan parte del discurso a veces lo que consiguen es hacer que el ritmo decaiga y que haya escenas y momentos que no entendamos. En mi cabeza no cabe que en una noche una persona pueda enamorarse de otra de esa manera sin apenas hablarse ni tampoco que alguien pueda tirarlo todo por la borda y alejarse de una vida que sí que le hace feliz tal y como se demuestra en algunos emotivos instantes como cumpleaños familiares y cotidianas escenas hogareñas.

En ningún momento existen dudas, todo está muy claro. Quizás sea esto lo que no nos cuadre, quizás es por estas cosas por lo que la película no llegue a entusiasmarnos, lo vemos todo tan irreal que no llegamos a creernos la historia. Demasiadas coincidencias, demasiado rocambolesco todo, casi hubiera sido mejor que llegara a los Jardines de las Tullerías donde habían quedado, esa historia hubiera sido más real, más de andar por casa. Si la intención era mostrarnos una realidad alternativa me quedo con el tradicional pastelito otoñal. Esta vez el genial Benoit Jacquot no me ha convencido del todo.