El malagueño Ramón Salazar regresa como director 8 años después de su segundo largometraje, 20 centímetros. Sus trabajos como guionista en las adaptaciones de Federico Moccia eran las únicas referencias que hemos tenido de él en este intervalo. El cineasta vuelve ahora con aires renovados.
Estructurada (o más bien desestructurada) en tres partes muy diferenciadas, la narración salta, despega y enloquece a lo largo de tres ciudades europeas: Madrid, París, Berlín. Allí su protagonista Andrés Gertrúdix nos acompaña en un viaje personal hasta el interior de su alma, sus secretos, miedos y anhelos.
Reconozco que esta vuelta del director de Piedras y los caminos que le han llevado a él me producen simpatía. Alistarse a un cine de guerrilla donde nada es convencional me pone casi desde el principio de su lado. La película se ha gestado de una forma excepcional: sin apenas presupuesto, rodada a lo largo de casi tres años, sin un guión al uso, con una estrecha colaboración creativa con los actores, y sobre todo cobrando vida y tomando forma a medida de que su grabación avanzaba. El proceso ha sido completamente libre, y esa sensación de espontaneidad y frescura se traslada a la pantalla.
En este mundo de universos paralelos y realidades que corresponden a las diferentes elecciones que se toman en la vida, destaca sobre todo el escenario más oscuro y desolador. Gertrudix, Susi Sánchez y Rut Santamaría (atentos a esta gran actriz) hacen aquí suyos los personajes y se apoderan de los momentos más conseguidos de 10.000 noches en ninguna parte.
Por lo tanto, poco importa que el resultado sea desigual o que el universo sensorial-sentimental al que recurre constantemente no conecte con mi forma de ver el cine y el mundo. Da igual si me gustan más o menos algunos pasajes o algunos recursos. Al final prevalece una impresión de honestidad y autodeterminación que están por encima de filias y fobias. Estoy seguro de que está película encontrará su lugar y su propio público. Y aunque haya oído decir a su director que no sabe si volverá a hacer más cine, puliendo y afinando este camino que ahora inicia podría llegar a terrenos más que interesantes.
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