ComEs de agradecer en verano títulos como este Lio en Broadway que intentan hacernos sacar una sonrisa utilizando la magia de unos buenos diálogos y mejor puesta en escena. Peter Bogdanovich, un director que suele realizar un tipo de películas con claras referencias al mundo del teatro en clave de humor, ha dado con la tecla de una melodía nada desafinada donde cada nota suena de la mejor manera posible. Empezando por la música que recuerda al mejor Hollywood clásico y acabando con un elenco de actores y actrices que no desentonan mostrándonos todos ellos las virtudes que les han hecho famosos.
Cuando uno comienza el visionado de Lío en Broadway tiene la impresión de que van a repetirse viejas fórmulas del pasado. El recurso de las entrevistas personales ya ha aparecido en más de una ocasión en las pantallas de cine. ¡Nada que ver! Recordando al mejor Blake Edwards se nos presenta una historia alegre, fresca y sobretodo divertida que usa el slapstick y algunos elementos de la screwball comedy de los años treinta y cuarenta, es decir de la edad de oro del cine americano, para hacernos pasar un rato entretenido. Caídas, malentendidos, personajes que se esconden para no ser descubiertos u otros que se disfrazan para no ser reconocidos desfilan en un carrusel de escenas a cual más rocambolesca.
La historia en sí no es un dechado de virtudes. Un maduro director de obras teatrales de Broadway, encarnado por Owen Wilson, casado y con dos hijos, parece que tiene una vida ejemplar pero nada más lejos de la realidad. Bajo toda esa apariencia de idílica existencia se esconde una infeliz monotonía de la cual él escapa echando una canita al aire cuando viaja para promocionar y dirigir sus obras. Aprovechando la ausencia de su mujer contrata los servicios de diferentes chicas de compañía a las que recompensa y ayuda regalándoles una buena suma de dinero para que estas puedan hacer realidad sus verdaderos sueños. En uno de esos escarceos amorosos fuera del matrimonio la infidelidad va más allá pues la chica en cuestión no desaparece de su vida sino que sin ella saberlo realizará una prueba para su próximo proyecto pudiéndose descubrir todo el pastel.
Como ya he dicho antes lo que verdaderamente importa es el reparto del film, elegido a la perfección por el director. Rhys Ifans borda su papel como eterno enamorado de la esposa del director, Imogen Poots cumple a la perfección anticipando a mi entender una futura colaboración con el maestro Woody Allen pues posee la imagen perfecta para su próxima protagonista y si no al tiempo, la siempre secundaria Kathryn Hahn que parece dar un pasito más y adquiere mayor protagonismo que en sus anteriores películas, el galán Owen Wilson que clava las escenas de enredo como él solo sabe hacerlo y la gran Jennifer Aniston, una camaleónica actriz que parece hacerlo todo bien y que convierte en oro todo lo que toca. Atrás quedan sus interpretaciones de chica guapa y mujer-florero de los años noventa cuando participó en series como Friends o en comedietas de medio pelo. En esta ocasión se convierte en una psiquiatra bastante alocada, curiosa ironía, a la que siempre le suceden cosas negativas y eso que últimamente está siendo escoltada por animales de compañía con forma de perro. Este personaje ya lo habíamos visto en otro de los largos del director como es ¿Qué me pasa, doctor? con la increíble Barbra Streisand como protagonista.
Las referencias al cine clásico americano no solo se demuestran en las escenas de risa fácil o en las citas de actrices como Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes, el caso más importante es la conversación que tienen Charles Boyer y Jennifer Jones en la película de Lubitsch, El pecado de Cluny Brown, de 1946 donde en blanco y negro oímos la conversación con la frase lapidaria o running gag con la que el protagonista termina de embaucar a las inocentes prostitutas que él ha contratado y que hace mención a unas ardillas y a unas nueces en Central Park.
Lejos de una propuesta de este mismo año como es Birdman, un cine más culto y serio, que usa el mundo del teatro con un valor dramático, Lio en Broadway llega al espectador insuflando un aire nuevo a lo visto en años anteriores. Aire, una palabra que en estos momentos con la ola de calor que nos invade siempre suena bien ¿o no?
https://www.youtube.com/watch?v=Xg8bvYL933o
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